miércoles, 4 de febrero de 2009

Que en un mes

Que en un mes se enamoró más de seis veces le decían los amigos. Bolivianas o Argentinas. Peruanas u Holandesas. Rubias o morochas. Él, se enamoraba igual…
-“¿No sos muy selectivo vos no?” Le decían para pelearlo.
Si se enamoraba de verdad o no, nadie lo sabe. Y él, menos que todos.
Si era amor o entusiasmo es lo de menos. Un clavo saca otro clavo dicen. El amor después del amor.
Cuando le pica ese bichito insistente y traicionero, él sentencia: “¡Es la mujer más linda del mundo! ¿La vieron bien? ¡No puede ser tan linda! Que impresionante…” Y ahí se queda él atormentado, pensando día y noche en esa mujer. Cegado, embrujado, en fin… enamorado.
Y por ese amor se alegra, se entristece, se desvela, y cuando se logra dormir, lo sueña.
A este amor lo trae en todas las conversaciones, lo trae con la palabra, lo trae con el pensamiento, con el recuerdo y con la imaginación. Con la imaginación inventa encuentros que nunca pasarán, charlas que nunca tendrá, momentos que no vivirá.
Y así pasa las horas, los días, hasta que en el momento menos pensado se cruza una mujer todavía mucho más linda que la anterior.
-“¡Que hermosa! No, ta… pero esta es mucho más linda… ¡Mirala bien! Y que simpática que es. ¡Es divina!”. Así intenta hacer entrar en razón a sus amigos.
Y así pasa las horas, los días, la vida…
Un clavo saca otro clavo dicen. El amor después del amor.

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