viernes, 4 de septiembre de 2009

Como guste

Siempre es igual. Uno pone un plato de arroz con atún y sale uno de fideos con tuco. Otro día pones una empanada de jamón y queso, y sale una de carne y aceitunas. Siempre funciona igual. Es siempre lo que él quiere.
Yo no me hago mucho problema pero la abuela se agarra unos mareos que ni te cuento. Por las mañanas cuando pone a calentar su café con leche, no sabe con lo que se va a encontrar. Sin ir más lejos, el lunes pasado terminó desayunando milanesa con papas fritas. Eso es bastante grave porque la abuela no puede comer fritos, y la salú es la salú dice ella, y no puede comer con sal, y no se cuantas cosas más…
Papá (un tipo muy distraído) demoró seis meses en asimilar esta nueva forma de comportarse del microondas y esto le trajo infinidad de problemas. Sobre todo cuando ponía a calentar su tortilla de papas y salía transformada en un bife de pescado. Y mi viejo, odia el pescado. No les puedo explicar como se ponía de furioso el gordo, parado horas y horas frente al aparato gritando, gesticulando, suplicando arrodillado agarrándose del mármol para que le devolvieran por favor su tortilla de papa y que desapareciera inmediatamente ese pescado, que estaba impregnando de un olor asqueroso (olor a pescado) toda la casa.
No para todos es un defecto este nuevo sistema transformador de alimentos; desde que al aparatejo se le ocurrió comenzar a funcionar así, mamá ya no tiene que devanarse los sesos pensando el menú para la cena. Ella chocha de contenta ideó este funcionamiento: Cinco platos; un pedazo de pan arriba de cada plato; los mete en el microondas y que sea lo que dios quiera. Perdón… y que sea lo que él quiera. El resultado: Cinco platos de comida diferentes. Desde panchos al pan hasta pato a la naranja. Ahora si, al que le toca el pato a la naranja mala suerte y se lo come sin chistar.
Así de fácil soluciona mi madre la cena nuestra de cada día.
Mi hermana es la que se ve más beneficiada; cuando vamos a cenar lentejas con arroz por ejemplo, mamá la deja ir hasta el microondas y poner el plato cuantas veces quiera hasta que salga algo que a ella le guste. Generalmente mi hermana, mientras espera los dos o tres minutos correspondientes, le habla al microondas. Le habla pidiéndole que haga salir unos ravioles con tuco (su comida preferida) lo suficientemente calientes como para no tener que ponerlos a calentar, en una hornalla.
La cuestión es que nadie puede negar que en esta casa tenemos un menú bastante variado. Tampoco va a pasar que si nos vienen a visitar, los invitados tengan que comer las sobras del día anterior…
Pero eso si, de la ensalada nadie se salva. Es que la ensalada se come fría, repite siempre la abuela…

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